viernes, junio 17, 2011

Reivindicación del ataque incendiario a sucursal del BancoEstado en Santiago

Comunicado:

1.- La cualificación de los ataques es necesaria tomando en cuenta que las lógicas estatales se agudizan y perfeccionan con la rapidez misma de la tecnología que hace posible, en lo práctico, todo el aparataje de dominación y control de las sociedades actuales.

La sociedad, como origen primero de una buena parte de las más peyorativas situaciones humanas actuales, no solo se ha preocupado de posicionarse como condición sustancial a la existencia de la humanidad, sino que también se ha encargado de violar las conciencias, tanto individuales como colectivas, con la idea de que ella es necesaria para el desarrollo de la condición humana plena, es decir, la libertad individual y colectiva. La sobrevaloración de “lo social” ha provocado que toda referencia a “lo salvaje” sea por definición un absurdo, no sólo en el sentido de ser algo lejano a la realidad actual, sino que también por contraposición a la sociedad misma. Por ello mismo, es que el anarquismo desde la perspectiva insurrecionalista se plantea en la posición antisocial.

Sin una crítica verdadera a TODO lo existente, no podemos optar a existir en un sentido íntegro.



La negación de lo existente (la sociedad) da como resultado la afirmación de nuestras individualidades, íntegras y libreasociadas, dispuestas a todo lo que sus propias conciencias les dicten a hacer, y gustosas de actuar según sus pasiones les impulsen, sin mayores jueces que ellas mismas. En este sentido, son nuestras conciencias las que se configuran en el campo de lo práctico por medio de acciones que niegan aquello establecido, lo dado, lo preformado, lo existente… es decir: la sociedad, el Estado, la familia, el trabajo asalariado, entre muchos otros.
La vida liberada es la que buscamos en los extremos de la negación misma, como contrapartidas absolutas de la máquina aplastante del todo.

El progreso, como aquello que le da completa unidad a todo el flujo de la historia desde la modernidad, es el mayor de los mitos que gobierna a las conciencias individuales y colectivas. Desde marxistas que creen en verdades absolutas y completas, hasta anarquistas que admiten que el medio más expedito para alcanzar la revolución es la internalización de las ideas de libertad en el consciente colectivo, es decir, lo mismo que hace el capitalismo con la idea de “competencia”, pero con otra significación, aceptan, quizás sin advertirlo, la idea de progreso. Por ello, no solo hay que desdeñar la idea de progreso en su sentido más rudimentario, es decir, la idea del progreso material en tanto avance tecnológico, sino que también la idea de progreso como avance de unas ciertas ideas en las conciencias humanas. En consecuencia con ello, la crítica también va para el otro lado, es decir, a la noción de capitalismo.
Es importante advertir que el capitalismo y todo lo que él implica no avanza ni progresa, pues ya está completamente posicionado, instalado y mediando toda relación social que acepte, implícita o explícitamente, las lógicas del mercado, del ganar o perder, del verdadero o falso, del beneficio o daño. En ese sentido el capitalismo no progresa (ni se transforma hacia algo “mejor”), sino que se agudiza, dado que ya es parte forzosa de la realidad.

Esta misma, la realidad, es aquella que por medio de su complejización se vuelve más dispersa, poliforme, y por ende más difícil de detectar, analizar, combatir y pugnar. La cualificación del ataque es una respuesta necesaria a la agudización de las lógicas del capitalismo en el campo de las relaciones sociales. Reventarlo todo, no es reventar todo lo que se pueda reventar fácticamente, es reventar las complejas estructuras sociales que están determinadas por la mercancía y su flujo, y que a su vez se legitiman en la misma estructura social. Es un círculo vicioso, en el que una cosa sustenta a la otra. No se entiende el capitalismo sin el pueblo que lo avala y no se entiende el pueblo que lo legitima sin el capitalismo que determina sus formas. Por ello, atacar físicamente a las instituciones del capital no es atacar a símbolos, es atacar a la estructura misma de la realidad, que determina el campo de las relaciones sociales, en definitiva, es des-fundamentar la legitimación del capitalismo.

Es una apuesta que no es azarosa, como atacar un banco, pues atacar un banco es atacar la realidad que él determina, y reventar el círculo vicioso en que se basan las relaciones sociales actuales.

Este escenario claramente no deja lugar, relevante al menos, para las lógicas de la “protesta” en el sentido histórico/marxista del término y práctica, las cuales reivindican una postura, frente a una coyuntura, en donde se busca la propagación de una posición ideológica pre-formada, pre-configurada, y lo que es más importante aún, pre-Razonada por la nunca mal ponderada vanguardia intelectual del pueblo organizado. En donde simplemente no hay lugar para la conciencia individual, ni mucho menos para disentir colectivamente, ya que una postura como esta realza las “verdades verdaderas” de una persona mucho más inteligente que el común del pobre pueblo explotado tan víctima y tan estúpido que no se da cuenta de lo que pasa frente a sus narices. El que te quiere te aporrea dicen, pero tratar de ingenuos, inconscientes y hasta de “dormidos” al pueblo que dicen amar es como para mandarlos al psiquiatra. Una condición esperable de personas que sueñan ilusamente en “levantamientos populares” y cuanta cháchara mesiánica afín hay.

2- Es en este punto donde se entrelazan situaciones, las protestas se transforman en plataformas, el lugar que ocupan los sujetos que creen aportar de manera democrática al desarrollo de su sociedad civilizada, transformando las manifestaciones callejeras en meras caminatas o concentraciones de cuerpos carentes de iniciativa, grupos que sólo siguen a su líder, de la misma forma como el rebaño sigue al pastor, condenando todo acto que rompa su esquema. Son estos espacio/situaciones, que muchas veces son aprovechados por individualidades y/o sujetos que escogen organizarse de manera colectiva, con un punto de vista crítico, para atacar a las entidades del poder con todo lo que tengan a mano. Si bien este tipo de acciones son importantes, en gran medida para dejar en evidencia que existe un antagonista al sistema, consideramos, sin embargo, que aquellos que se quedan estancados en este tipo de acciones, sólo sirven como un engranaje más del sistema, sistema que necesita de su “oposición” para validar su propia existencia, como también criminalizar a quien se le opone. Con lo planteado no buscamos profetizar, ni guiar las formas de focalizar el descontento, pero si identificar aquellas demostraciones que no buscan expandirse en la cotidianidad de la vida, para criticarlas y no incurrir en ellas.

Es en este punto donde vemos que la manera más idónea de manifestar nuestro descontento es el ATAQUE, no basta con la mera expresión en manifestaciones, donde se mendigan reformas al sistema, nosotrxs no esperamos ni la más mínima respuesta del sistema, no queremos mejoras en éste, rechazamos de plano todo lo que nos pueda ofrecer. Es por esta razón que vemos el ataque, en una forma concreta y no de forma simbólica o retórica, como opción contra el poder y las entidades que éste pone a disposición de la población, ya que inhabilitar un banco, saquear una tienda, quemar los productos que se nos ofrecen en vitrinas, atacar a los protectores de los intereses del poder y al poder en sí, trae consecuencias negativas inmediatas a la sociedad globalizada en las que nos vemos insertos.
Esta es la posición que hemos tomado en la guerra en la que estamos envueltxs, creemos que
el proceso madurativo del análisis contextual, da por inercia al ATAQUE como la mejor opción, ante los embates represivos del poder. Es decir, responde a una “lectura” o interpretación de la realidad y sus circunstancias. Tenemos pleno conocimiento que esta opción tiene por causalidad un crecimiento cualitativo de nuestras capacidades, tanto grupales como individuales, ya sean de sabotaje, disuasión, planificación, etc.

Es en este punto, la cualificación misma de los ataques, sumado a la evidente complejización de los componentes científico-tecnológicos incorporados al funcionamiento de la estructura de la sociedad de mercado, que se hace necesaria una ampliación en el modo de ataque, ya sea en los objetivos a embestir, en los lugares y situaciones donde actuar. Es decir que además de las ya recurrentes acciones incendiarias en las casas universitarias y poblaciones (las que tienen un carácter de ataque y no de marcha hippi), o de las colocaciones de artefactos explosivos en cajeros (que de ningún modo se pretenden desestimar), se multiplique la naturaleza de los ataques constante y versátilmente, recurriendo a nuevos productos que se puedan robar al mercado, útiles en la fabricación de artilugios dañinos, y/o fijándose en nuevos objetivos que surgen con los mismísimos desarrollos tecnológicos. Lo que revela la amplia gama de lugares que con una mínima seguridad y planificación, pueden ser objetivos de sabotajes seguros y rápidos para quienes los ataquen, y que por tanto no necesitan una exposición o riesgo mayor como el que se da en lugares demasiado “frecuentes”.

Para desarrollar tal cualificación de los ataques nunca está demás compartir, por medios seguros y confiables, experiencias de esta índole y contribuir a la discusión que ayude a generar la variedad y creatividad en las formas de atacar el dominio. Con esto evitar la repetitividad que puede ser anticipada por los aparatos represivos, como también evitar caer en la monotonía como consecuencia de un estancamiento en la comprensión de las condiciones socio-políticas, teniendo tan a la mano la proliferación de la destrucción y el sabotaje en cada rincón de la sociedad.
Todo lo anterior requiere obviamente el propio reconocimiento y posicionamiento como antagonista al orden social, desestimamos posturas a medias que utilizan un discurso negador, pero no desarrollan la crítica autónoma en la práctica.

3.- No sólo la tecnología permite la profundización patógena de las formas de control, sino que, todas ellas, sin una legitimidad mediada por la sociedad, es sencillamente imposible.

A propósito de los últimos acontecimientos, en los cuales distintas individualidades libreasociadas (individualidades tendiendo a lo salvaje) han atacado instituciones de educación superior, específicamente escuelas relacionadas con la investigación nano-tecnológica, es que se hace necesario afilar el puñal de la crítica con respecto a las gigantes industrias que juega a manipular la vida.

Creemos que la lucha es la consecuencia de nuestros posicionamientos frente a las formas de vida impuestas por el poder, y legitimadas por la masa, y es en el eterno devenir de la acción directa en donde está la única posibilidad de tomar nuestras vidas como realmente nuestras. Actuamos sin límites, sin pudor y sin ternura. A lo existente no se le puede reventar solo con las pretensiones de hacerlo. Esas pretensiones son las clásicas posturas de la lucha de clases. Lxs compañerxs mexicanxs hicieron la analogía que nosotrxs mismxs teníamxs en mente, es la siguiente:

“lxs iluminadxs o lxs predicadorxs son lxs “revolucionarixs”, mantenidxs por la fe la cual sería la confianza a ciegas que tienen con que algún día llegue la “revolución”, lxs discipulxs serían lxs “potencialmente revolucionarixs”, las cruzadas o las misiones serían llevar la palabra a lxs círculos de implicadxs en luchas verdes o anarquistas (donde según se encuentran lxs “potencialmente revolucionarixs”) y lxs atexs o las sectas serían lxs que no creemos en sus dogmas, ni aceptamos sus ideas como coherentes con la realidad.” (23 de mayo, 2011)

Lxs revolucionarixs, son aquellos que se han creído más éste cuento. El viejo cuento de que el futuro será mejor, que vamos caminando hacia un mejor mañana, que tarde o temprano llegará. Nada más alejado de la realidad. Una pregunta básica frente a esto sería: ¿Qué te hace pensar a ti que el futuro será mejor? Y mas aún, ¿hay algo concreto que te lleve a pensar así? Cuestionarnos a nosotrxs mismxs en primer lugar es primordial para cuestionar todo lo demás. No hay peor ciego que el que no quiere ver. En este sentido, creemos que se hace necesario para lxs compañerxs de Conspiración de Células del Fuego, aclarar de qué forma es que se hacen llamar “revolucionarixs”, y en que sentido su organización (que es del todo respetable y digna) se hace llamar “organización revolucionaria”. Mucho más concretamente, que significa para ellos “revolución”. No creemos en la revolución, pero si creemos que toda acción debe estar acompañada de un fuerte contenido político, y ese contenido político debe estar sólidamente argumentado. Los hechos no hablan por si mismo, como ya lo han dicho bastantes compañerxs en todo el planeta. Y por ello que es necesario, tomando en cuenta el llamamiento a la solidaridad internacional, que las redes de información no sean tan sectorizadas. En el diálogo entre compañerxs vamos afilando la crítica a todo lo existente, nunca con el poder, ni con la clase política, ni con el reformismo, ni mucho menos con la masa que condena todo aquello que no este acorde con la paz social.

Dicho sea de paso: la critica, es estéril si no está acompañada por el mas dulce de los néctares: la acción directa. Es esta la que marca una ruptura esencial entre lxs falsxs críticxs y aquellas conciencias insurrectas que se han arrojado al abismo de la nada en busca de preguntas, no de respuestas. El eterno disentir, que se funda en la infinitud de la condición humana, no es otra cosa más que la única respuesta a la pregunta ¿Qué es lo que queremos? Éste es el sentido en que lxs insurrectxs toman conciencia de su condición infinitamente ínfima, que no es repuesta a nada, que no es gravitante para nada más que su propio yo. No tenemos las respuestas a las preguntas que todxs quieren responder, no sabemos a donde vamos, pero tenemos claro de donde venimos, y al lado de qué y de quienes estamos. SIEMPRE al lado de las personas consecuentes y no arrepentidas de sus decisiones, SIEMPRE en la vereda del enfrentamiento, y NUNCA con los tibios que han buscado satisfacer sus egos con pseudo-posicionamientos.
Las masas, el pueblo, la ciudadanía, la sociedad civil, las personas, la gente, lxs explotadxs, el ganado. Todos ellos son nombres de la misma cosa: “cobardes”.

Con lo anterior no pretendemos instaurar nada, ni una forma única de posicionarse, ni mucho menos iluminar las conciencias. Sino simplemente exponer el punto de vista de distintas individualidades, y aportar matices a las discusiones siempre fértiles en la agudización de la crítica y la ofensa a lo establecido. Ya que no somos quienes dan los disparos más certeros, ni lxs más chorxs, ni pretendemos serlo. De tal manera reivindicamos el ataque realizado a la sucursal del Banco Estado de Estación Central, ubicado en la intersección de la Alameda con Ecuador.

Posteriormente, y en la mañana del día 1º de junio nos enteramos de lo sucedido al compa Luciano… para él las siguientes (no sólo) palabras:

Tortuga, tú fuiste capaz de sacar las conclusiones más difíciles que existen, te enfrentaste a los paradigmas más complicados para una persona, y a pesar de todo esto fuiste capaz de vivir con valor las consecuencias de tus decisiones, decisiones que te llevaron a portar esa carga aquella noche.

Debemos decir que cuando nos enteramos de tu “accidente”, un día después de haber iluminado la noche con aquellos cajeros, fue el más duro despertar que pudimos haber querido, el imaginar los interminables segundos que tuviste que aguantar en esa calle, nos clava el alma, grande fue el golpe que recibimos al ver cómo la prensa festina con tu imagen, sin ninguna consideración, parece no importarles las consecuencias que esto trae para tus amigxs y familiares.

Si tan solo el timer se hubiese demorado un poco más, no estaríamos en esta situación, hubiese sido otro golpe más a los embusteros, a los usureros, pero no se dio, sino que al contrario tu condición física fue gravemente afectada, asimismo tus cercanos arduamente hostigados por la (des)inteligencias del poder.

Desde nuestro punto de vista, y aceptando las críticas, te deseamos libre, aunque esto implique que dejes de respirar, no decimos muerte porque tu jamás morirás, siempre estarás a nuestro lado golpeando a lo que tanto odiamos, es lo que cualquiera de nosotrxs querría de habernos pasado algún percance. No queremos que nadie sea el chivo expiatorio del poder, somos libres y como tales queremos morir, por eso escogimos el camino más difícil, el camino de la guerra a lo establecido. Desde las oscuridades y las distancias llevamos en nuestros corazones tu ímpetu.

Mauricio Morales y Lambros Foundas viven en cada corazón insurrecto.
Libertad para lxs presxs de C.C.F. en Grecia y a lxs compañerxs secuestradxs del “caso bombas”.

Solidaridad con el compañero Theofilos Mavropoulos, que cayó en las garras del poder al enfrentarse dignamente contra la yuta, y la solidaridad no es palabra escrita entre anarquistas.

Diego Ríos, Gabriela Curilem, el acompañante de Theofilos M y el compañerx de Tortuga:
¡¡¡QUE SU FUGA SEA ETERNA!!!

Fuerza a todxs lxs secuestrados en las jaulas del poder en cualquier parte del mundo, que el fuego de esta noche llegue a sus celdas. Nadie está olvidado!

Columnas Antagónicas Incendiarias.

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